La meningitis significa inflamación de las meninges, que son una membrana que recubre el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). Dentro de las causas infecciosas que pueden producir esta enfermedad están virus, bacterias y hongos.
Dentro de los cuadros bacterianos que producen meningitis, están el neumococo, el haemophilus, el meningococo y la listeria.
Los niños están vacunados contra el haemophilus (Plan Nacional de Vacunación) y los más pequeños también contra el neumococo, pero nadie está inmunizado para el meningococo en forma rutinaria. Desde el año 2011 está en el mercado la vacuna que cubre contra los serotipos de meningococo A, B, Yy W135, que es la que actualmente se está utilizando en la campaña de Ministerio de Salud y que tiene un efecto protector a las dos semanas de su colocación.
Las meningitis bacterianas son muy poco contagiosas. En el caso del meningococo su “tasa de ataque” es baja, menos del 1% de quien está cerca del portador se puede enfermar. Este puede ser un enfermo o un portador faríngeo que está sano.
En las otras meningitis bacterianas, por neumococo y haemophilus, los niños son los más afectados, ya que con mayor frecuencia sufren de infecciones en las vías respiratorias altas, como otitis o sinusitis que pueden ser producidas por las mismas bacterias.
En el caso de las producidas por Listeria, estas se adquieren a través de alimentos contaminados con la bacteria, en especial quesos no pasteurizados, siendo la tercera edad la población de mayor riesgo.
Los signos de alerta son: fiebre alta sin causa aparente, mucho dolor de cabeza, rigidez en la nuca, dolor de cuello y podría aparecer vómito. Requieren de hospitalización y su tratamiento siempre es con antibióticos. Hay que consultar precozmente, ya que estas meningitis pueden causar la muerte o dejar secuelas graves, como la sordera.
Son las más frecuentes, sobre todo en adultos. Lo habitual es que la produzca un virus del tipo enterovirus, pero también la causa el virus herpes (del tipo uno y dos).
Su forma de contagio más usual es por gotitas de saliva expelidas al hablar o toser. En el caso de los enterovirus, también puede ser adquirido por una comida contaminada.
El tratamiento de una meningitis viral generalmente requiere de hospitalización, ya que el dolor de cabeza que produce es difícil de manejar y requiere analgesia. En el caso de que el causante sea un virus herpes, este se trata con un antiviral específico. La meningitis viral con poca frecuencia deja alguna secuela y la mortalidad es excepcional.
Son cuadros muy infrecuentes y que padecen personas que tienen trastornos en su sistema inmune, por ejemplo trasplantados, pacientes con SIDA o pacientes en quimioterapia.
Para diagnosticar a tiempo la enfermedad y, por ende, recibir oportuna y eficazmente un tratamiento, se aconseja a los padres consultar precozmente en un centro asistencial, si el niño presenta:
Para combatir este cuadro, existe un tratamiento antibiótico eficaz cuyos resultados son mejores mientras más temprano se determine.
Por exposición a un portador asintomático que tiene la bacteria en su faringe sin saberlo (portadores sanos) o por exposición a un enfermo. Se describe que entre 4% y 35% de los adultos sanos son portadores y pueden tener la bacteria en forma transitoria o a largo plazo.
La infección se contrae por contacto directo y próximo, a menos de un metro, con secreciones nasofaríngeas (gotitas de saliva). El mayor riesgo de enfermedad es durante los diez días posteriores al contacto.
En los mayores de 2 años las vacunas disponibles demuestran alta seroconversión (buena respuesta) contra el grupo W135 a las dos semanas de ser vacunados.
Los niños entre 9 y 23 meses con riesgo de enfermedad meningocócica invasiva deben recibir un esquema primario de dos dosis. El intervalo mínimo entre ellas es de ocho semanas; la segunda dosis debe colocarse en la siguiente oportunidad de inmunización disponible.
No existen efectos adversos ni problemas de seguridad al ponerlas juntas, ya que no hay interacción entre la vacuna neumocócica y la trisvírica (inoculación que previene paperas, rubeola y sarampión).
Sin embargo, en los casos de administración simultánea de la vacuna neumocócica conjugada del año de vida, se ha observado una discreta menor respuesta de anticuerpos para algunos serotipos, es decir, podría producir menos protección para algunos serotipos de neumococo.
Dada la importancia de administrar la vacuna de la meningitis, de manera oportuna, no hay indicación de postergar la inoculación cuando un niño ha recibido recientemente la vacuna del año (Programa Nacional)