 Apego
El apego seguro madre-hijo en la infancia, promueve la salud mental y el desarrollo integral del niño, generando pequeños más sanos y confiados en sí mismos y en los demás.
Una mamá sensible y dispuesta a reaccionar a la necesidad de su hijo, permite que este aprenda de lo que le pasa y siente, que existe alguien disponible para acompañarlo y aportarle una sensación de seguridad básica, trascendental en sus primeros meses, etapa sensible y crítica del desarrollo. Cuando estos cuidados se convierten en algo estable, esta relación se consolida y se establece el apego. Este, generalmente, se da con la mamá, aunque también puede ser con las personas que cumplan ese rol para el niño.
Padres, madres y cuidadores tratan de hacer las cosas de la mejor manera posible para sus hijos y para ellos mismos. No gastes energías tratando de ser perfecto(a). Ama a tu bebé y disfruta de su compañía, trata de hacerlo lo mejor que pueda y confía en tu intuición.
A penas empiece a llorar, anda pronto junto a tu bebé. No dejes que se excite o llore tanto, al punto de no poder calmarlo.
Si el bebé sólo está alerta inquieto, no te precipites a consolarlo inmediatamente y dale la oportunidad de calmarse por si mismo y autorregularse con tu voz.
¿Qué pasa si no hay un apego seguro?
Apego seguro es la capacidad del niño de dar señales asertivas en momentos de dificultad y la capacidad de los padres de responder atingentemente a estas. No se trata de estimular la dependencia, ya que eso generará niños inseguros y poco autónomos. Paradójicamente, mientras más seguro sea el apego del niño, más independiente será, sintiéndose confiado de sus capacidades y de la respuesta empática de los demás frente a sus necesidades, buscando ayuda cuando la necesite.
Sin embargo, la carencia de estas condiciones y de la sensibilidad en la relación madre-hijo, puede generar estilos de apego inseguro, como el evitativo, resistente o desorganizado.
Los patrones evitativos se dan luego de experiencias de rechazo repetidas de la mamá, por lo que los niños aprenden a suprimir y dejar de lado sus necesidades de cariño como una manera de defenderse del dolor de ser rechazados. En el apego desorganizado, los niños no saben qué esperar o cómo pedir lo que necesitan, manifestando comportamientos contradictorios y ambivalentes. En general, mientras más sensible sea la madre, el niño buscará mejor el consuelo, ya que tiene la expectativa de que se lo darán, estimulando las competencias sociales y la capacidad de buscar cercanía en las relaciones. Son niños que se calman más fácilmente con la cercanía de la mamá, A diferencia de los niños con apego resistente, que tienden a ser más ansiosos, menos exploradores y más difíciles de calmar.
No se trata de no equivocarse y no frustrarlos, ya que eso es parte del desarrollo. Lo importante es que los hijos incorporen la sensación de disponibilidad de los papás, dando espacio a sus necesidades y seguridad en una relación nutritiva.
|